Lluvias de flora,
Rayos de aurora,
Sueños marchitos encabronados.
Lágrimas modestas,
Cuestiones incontestas,
Y los labios como adoquines eslabonados
Muerte del amor.
Ya no le contesta su flor,
Yace en las sombras que dominan su barrio.
Siempre atento al daño,
Recuerda el pueblo mediterráneo.
De nada más le sirve aquel balneario.
¿Pues, y lo que queda?
La soledad como condena del poeta
Decadente e inconformado proxeneta
Arrojado al abismo con da quiebra de sus peldaños
Absorto por el yugo que le aprieta
En ebria tiniebla, envuelto, muere
El personaje que ya no más interpreta.
Ernesto Molinas
14/8/2008
Nenhum comentário:
Postar um comentário